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Hace mucho tiempo, a un hombre se le otorgó el privilegio de ver al filósofo más sabio de todos los tiempos, y poder hacerle una consulta, pero solamente una.
Disponía de una semana para pensar que le podía preguntar (no más de 2 preguntas). Esto resultaba ser una tarea difícil, ya que tenía ante él una oportunidad única en la vida, y tendría que sacarle el mayor partido. Pero, ¿Qué podía preguntar para beneficiarse al máximo de la sabiduría del genio?.
Al cabo de una semana, había logrado encontrar la solución. Y muy seguro de si mismo, cuando se halló ante el filósofo, preguntó:
- Señór, ¿Cuál es la mejor pregunta que podría hacerle, y cuál sería la mejor respuesta que podría darme?
Entones el filósofo le contestó:
- La mejor pregunta es la que me acabas de hacer, y la mejor respuesta es la que te acabo de dar.
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