Es curioso que en todos los países de Europa se conduzca por la derecha, y en Gran Bretaña se haga por la izquierda. Pues bien, los responsables son los caballos.
Todo comenzó en la edad media, cuando en las numerosas guerras, los caballeros medievales luchaban a lomos de sus caballos.
Como la mayoría de las personas son diestras, ponían la espada en la parte izquierda de su caballo. Así, al cruzarse con algún enemigo, podían desenvainar y defenderse fácilmente con la mano derecha.
Más adelante cuando el tráfico rodado lo constituyeron los carros y carruajes, conducir por la izquierda, también era lo más lógico.
Los cocheros sujetaban las riendas con la mano izquierda y manejaban el látigo con la derecha. Si circulaban por la derecha, al chasquear el látigo hacia los caballos, en el movimiento de retroceso de este, los peatones que circulaban pegados a los carros eran lastimados. Así que, en todos los países con un poco de sentido común, se decidió que los carruajes circulasen por la izquierda, para que el látigo quedase en el centro de la calzada.
Cuando los vehículos de transporte pasaron a ser de tracción motora y el látigo se quedo obsoleto, muchos de los países que conducían por la izquierda empezaron a hacerlo por la derecha, ya que se consideraba que para el conductor era más fácil cambiar de marchas con la derecha y había una mejor visibilidad si los coches pasaban por su izquierda.
Los ingleses, que son muy tradicionales, decidieron seguir haciéndolo por la izquierda. Y así hasta hoy.
También Napoleón influyó en que, en la Europa continental, se empezara a circular por la derecha, ya que él era zurdo. Y prefería tener su brazo izquierdo más cerca de la espada y de su oponente.
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