miércoles, 25 de septiembre de 2013

El túnel del tiempo (de Antonio Fernández Molina)

Aquel escritor ambicionaba, más que otra cosa, que le dedicaran una calle en el pueblo de su mujer, el gran amor de su vida. En aquel pueblo había pasado la orfandad de su niñez. Nadie en el lugar tenía la menor idea de la real importancia de su obra y, sólo cuando ya muy anciano la evidencia se impuso, le dedicaron una calle. En aquel momento el escritor estaba lejos pasando una temporada con un amigo científico. Este amigo consiguió crear el túnel del tiempo. Un túnel individual que sólo servía para una vez. Le invitó a entrar en él y trasladarse a la época deseada. Entró el escritor y convertido en niño recorría las calles de su infancia en el pueblo de su mujer, y allí apedreaba la placa de la calle que le dedicarían pasado el tiempo.

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