martes, 27 de enero de 2009

11- ENCUENTRO CASUAL EN LA BAKERLOO LINE

"EL MOMENTO ELEGIDO POR EL AZAR VALE SIEMPRE MÁS QUE EL MOMENTO ELEGIDO POR NOSOTROS MISMOS" (Proverbio chino)

Llevaba ya casi un mes en Londres. En la residencia donde vivía me había cambiado al piso de arriba. Ahora compartía habitación con un Francés gay que trabajaba en el "pret a manger", cadena de tiendas de sandwiches.
Tenía la habitación decorada de mil colores y limpia como los chorros del oro. Y yo que en la habitación en la que estaba antes había puesto un clavo en cada pared y un cordel para colgar la colada.Cosa que no hacía aquí, le podía dar un infarto. A pesar de todo hicimos muy buenas migas y aprendimos mucho el uno del otro.

Después de varias semanas la mayoría de la gente que conocí cuando llegué a la residencia ya no vivía allí, y otros recién llegados habían ocupado su lugar. Yo pasé de novato a casi veterano para los recién llegados, y aunque no hablaba mucho inglés tenía algún consejo que ofrecer.
Al principio cuando llegas, dependiendo de las circunstancias de cada cual, buscas un trabajo para poder salir del paso, y luego ya cuando tienes la ocasión buscas algo mejor. Es muy importante hacerse el "insurance number" lo antes posible y abrir una cuenta bancaria.
Lo de abrir una cuenta bancaria era prácticamente misión imposible porque te pedían mil documentos, entre ellos: Algún recibo de gas, teléfono, etc a tu nombre; contrato de alquiler que demuestre que eres residente; y más cosas. Documentos que no tienes porque vives de "estranguis" en una residencia, y al final tienes que hacer mil chanchullos para abrirte la cuenta.

También es muy importante aprender a mentir en las entrevistas de trabajo: mentir sobre tu experiencia laboral, mentir sobre tus circunstancias, sobre el tiempo que piensas quedarte en Londres, sobre tu nivel de inglés, mentir lo que sea necesario para conseguir lo que quieres. Que después, ya cuando te den el puesto y se den cuenta, ya te apañarás.

Para los que estaban mas escasos de dinero, había "formulas de ahorro" en el transporte público, haciendo trampas con los pases semanales de metro o autobús. Todo dependía de hasta donde estaban dispuestos a arriesgarse, o hasta que punto necesitaban el dinero que se ahorraban. Y es que la necesidad agudiza el ingenio.
Lo más común era sacarse la travel card infantil, con el dinero que te ahorrabas te bebías cuatro pintas de cerveza en el pub. Que al fin y al cabo no hacías nada malo ya que si no dejabas el dinero en el transporte publico lo dejabas en el pub, contribuyendo así a la producción de cerveza que a su vez contribuye al aumento del producto interior bruto del país.
Total, que si llegaba el caso de que los vigilantes del metro te pillaban con la travel infantil te hacías el sueco o el spanish o lo que tu quieras, como si solo supieras decir: "I don't understand, sorry" o "Victoria station, please?". Luego, en el peor de los casos, se desvivían tratando de hacerte entender que les tenías que dar tu dirección y documentación para proceder a la denuncia. Entonces les sacabas el DNI español y los dejabas mas perplejos y cabreados que al principio. Y Cuando ya se subían por las paredes les dabas una dirección cualquiera, en ese momento ya estaban lo suficientemente extenuados como para comprobarlo.

A propósito del DNI, en España el DNI es tu documento nacional de identidad, pero en Inglaterra vale para más cosas: carné de estudiante, por ejemplo, para entrar gratis o con descuentos en museos, parques temáticos o discotecas.
Aunque cada vez cuela menos, yo al mío le saqué bastante partido. Lo más descarado que hice con el DNI fue sacarme un billete en el eurostar a Bruselas a mitad de precio. En realidad yo pensé que la oferta era aplicable a todo el mundo, pero en la ventanilla de venta me piden el carné de estudiante y ser menor de 26 años para poder optar a la oferta. Yo tenía entonces 28 años y no tenía carné de estudiante. Estaba con mi hermana Paula y una amiga las cuales ya se habían sacado el billete con sus respectivos carnés de estudiante. Y cuando quedaban dos minutos para la salida del tren, sin pensarlo dos veces y con muchas prisas le muestro al taquillero mi carné de identidad, el cual lo acepta como carné de estudiante, y ni siquiera se fijó en la fecha de nacimiento.
Las risas que nos hemos echado con el DNI.

Volviendo a mis primeras semanas en Londres. Yo estaba buscándome otro sitio para vivir ya que en la residencia estaba pagando 75 libras y sabía que podía encontrar algo más asequible por las mismas condiciones. Además quería ahorrarme algo para ir a clases y sacarme el "first certificate" de Inglés.

Un día a finales de febrero del 96 a las seis y media de la mañana me dirigía a coger la Bakerloo line en Queen's Park para ir al trabajo, cuando bajando las escaleras hacia el andén diviso a un tipo medio calvo que me resultaba familiar. Familiar no en el sentido de conocerlo de antes, sino de ser el estereotipo del gallego de toda la vida que te podías encontrar por mi pueblo. Lo acompañaban dos chicas.
Arrastrado por la curiosidad me posicioné a un par de metros de él. El andén estaba lleno de gente y pude oírlos hablar en español. Y efectivamente, -¡manda carallo!-, el tenía un acento gallego como el que tenemos en las rías bajas.
Cuando llegó el metro me senté en el único asiento que quedaba libre frente a ellos. A estas alturas y después de un mes en Londres, no sentía ningún interés en entablar una conversación con ellos como lo haría durante mis primeros días. Así que decidí pasar inadvertido.
Sin embargo el azar quiso que su conversación llamara mi atención: "bla, bla, bla........bla, bla, bla .... Casa Maruja..... bla,bla...... Habitación libre..... bla, bla..... 45 libras".

Continuara....

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